Todas las especies del planeta tienen una función en este, por tanto, es necesario protegerlas para no crear desequilibrios provocados en las condiciones del planeta. El ser humano y sus actividades, como la caza o la industria alimentaria, han desestabilizado multitud de especies y muchas de ellas han terminado en la extinción. Pero, ¿por qué debemos proteger los espacios naturales de los animales?
En este artículo daremos varios razones, y veremos cómo solucionar los inevitables conflictos que también se producen.
¿Por qué proteger los espacios naturales? Funciones de los animales
Los animales desempeñan
diferentes roles en los ecosistemas, pero todos ellos son esenciales para mantener la vida en nuestro planeta. Los insectos son los que más familiares nos resultan, puesto que sabemos que se encargan de la polinización de las flores, que permite la eterna propagación de las plantas que nos alimentan. Este papel es tan relevante que,
si las abejas se extinguieran, la propia supervivencia de los humanos se pondría en un compromiso. Y es que, sin ellas, se perdería el 70% de los cultivos que alimentan al 90% de la población mundial.
Pero, además de los insectos, el resto de especies también tienen su papel. Por ejemplo, los
murciélagos pueden comer entre mil y 3 mil mosquitos en una sola noche, y controlar las plagas. Las
funciones de los reptiles son también el
control poblacional de los insectos. Y, asimismo, la reducción del riesgo de contagio de enfermedades a través de aquellos. También, la distribución de semillas o la fragmentación de la materia orgánica de la que se alimentan.
Los buitres y las hienas, que son carroñeros, se encargan de eliminar todo tipo de restos orgánicos que se descomponen, como otros animales. De este modo, evitan la proliferación y la superpoblación de microorganismos que puedan ser perjudiciales para la salud de otras especies, incluidos los humanos.
La cadena avanza así entre todas las especies, en las que unas son depredadoras de otras para mantener un equilibrio. Cuando este se ve alterado por no proteger los espacios naturales y sus especies, nos encontramos con situaciones como la del jabalí, que ante la creciente desaparición del lobo, no tiene depredadores que controlen su población.
¿Qué sucede al no proteger los espacios naturales y a sus especies?
La desaparición de especies animales al no proteger los espacios naturales conlleva consecuencias devastadoras para los ecosistemas y para la humanidad misma. La extinción de depredadores puede provocar un descontrol en las poblaciones de presas, con impactos en cascada en toda la cadena alimentaria y provocando la proliferación de especies invasoras.
Asimismo, la pérdida de animales polinizadores amenaza la producción de alimentos y la salud de los ecosistemas. Y, como hemos dicho, pone en riesgo la seguridad alimentaria y la estabilidad ambiental. Lo mismo sucede en el mar. En este entorno, la acidificación de los océanos y el aumento de la temperatura del agua están provocando la muerte masiva de corales y la pérdida de hábitats para miles de especies.
Conflictos con los humanos y soluciones
Cuando se producen estas alteraciones en la naturaleza y las especies ven sus hábitats afectados, o el incremento poblacional les obliga a buscar nuevas fuentes de alimentos, aparecen los conflictos con los humanos.
La competencia por recursos como el agua y el alimento, así como la destrucción de hábitats naturales, obliga a los animales a adentrarse en áreas urbanas en busca de sustento. Algo que aumenta las probabilidades de encuentros y enfrentamientos con humanos.
Por ejemplo, la expansión agrícola y el desarrollo urbano pueden llevar a la destrucción de bosques y la reducción de hábitats naturales; esto obliga a especies a buscar alimento en áreas pobladas, lo que puede resultar en ataques al ganado o incluso a personas, y a la destrucción de las cosechas. Este último es un problema habitual con jabalíes y conejos.
En muchas ocasiones, la respuesta inicial humana a la presencia de animales problemáticos es la persecución y el exterminio. Además de poco ético, puede poner en riesgo a poblaciones ya amenazadas.
Por lo tanto, es fundamental implementar estrategias de gestión de conflictos que promuevan la coexistencia pacífica entre humanos y animales. Y que, así, minimicen los riesgos para ambas partes y que no causen daño a ninguna.
Algunas soluciones a estos conflictos son la instalación de cercados de diferentes características, el uso de repelentes olfatorios o los pasos protectores, entre otras opciones. Todos ellos permiten proteger los espacios naturales y a los animales; pero también a los que ocupan los humanos, como los recintos deportivos o los terrenos con cultivos. Además, se impide el acceso a zonas de alto riesgo, como las carreteras y otras infraestructuras de transporte.
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